20 oct 2011

PIRÁMIDE DE LA VEGETACIÓN
 EN LA PALMA


ZONA BAJA

Matorral Costero

La flora y vegetación de las zonas más áridas de Canarias ocupan los niveles de menor altitud. El matorral costero, presente en todas las islas, se extiende desde el nivel del mar hasta unos 300 metros, en las vertientes a barlovento, y hasta unos 800 metros en las vertientes de sotavento.  En las islas más bajas (Lanzarote y Fuerteventura) y en los islotes, las diferentes variantes del matorral ocupan casi todo su territorio.


El cardón es una de las especies más representativas de las zonas bajas de todo el Archipiélago.  (MC)
La limitación de su porte se debe al estrés hídrico que ha de soportar, con precipitaciones inferiores a 250 mm/año, y grandes niveles de insolación. A ello hay que añadir, especialmente en las costas orientales y meridionales, el viento, que puede ser de cierta intensidad. El rasgo más común en este piso de vegetación es la suculencia. Se trata de la capacidad que han desarrollado las especies para retener el máximo de agua posible en sus tejidos y, evitar así, su rápida evaporación debido a las escasas precipitaciones.

Además, su desarrollo está influenciado por el tipo substrato. Un ejemplo es el predominio de playas de arenas rubias en las Canarias Orientales y su escasez o ausencia en las Occidentales.

En la composición florística también se aprecian diferencias notables. Así, por ejemplo, en las islas de Fuerteventura y Lanzarote, son frecuentes las plantas anuales, es decir, las que completan todo su ciclo biológico en el mismo año.  Predominando este tipo de vegetación sobre los matorrales de plantas suculentas y espinosas que abundan, por el contrario, en el resto de las islas.

Vegetación psammófil :

Se incluyen aquí las comunidades propias de las formaciones arenosas, que tiene su mejor representación en las playas de las islas orientales. En estas condiciones viven plantas especializadas, con un sistema radicular muy desarrollado a fin de alcanzar la zona de mayor humedad. La vegetación de estas arenas es pobre en comparación con la mediterránea o atlántica, pero alberga plantas de gran interés, las cuales pueden hallarse también en las costas africanas.

Encontramos este tipo de vegetación en sustratos arenosos como las dunas de Maspalomas, Tufia y Arinaga en Gran Canaria, las dunas de Corralejo y playas de Sotavento y Morro Jable en Fuerteventura, el Médano en Tenerife, el sureste de Lanzarote y La Graciosa. Entre las especies que la componen destacan el balancón (Traganum moquini), la uvilla de mar (Zygophyllum fontanesii),  los tarajales (Tamarix canariensis), el pincho (Salsola Kali), o la lecheruela (Euphorbia paralias).


Los matorrales de plantas carnosas que soportan grandes concentraciones de sales y encharcamientos temporales, son más frecuentes en los litorales de Lanzarote y Fuerteventura. (SG)
Vegetación halófila

Coexisten, en este piso, otros tiempos de vegetación muy especializados, tales como las comunidades de plantas halófilas (necesitan sales), que viven en la zona más próxima al mar, bien en arenas o en fisuras rocosas.

Al vivir en zonas afectadas por la maresía, tienen mecanismos de adaptación para soportar altos contenidos en sales, acumularlas por medio de melosidades o para expulsarlas mediante glándulas especiales. Para ello presentan portes subarbustivo o arbustivo, con formas achaparradas, hojas suculentas y de reducida superficie y con melosidades y colores blanquecinos. Algunas de las especies que la forman son el salado (Schizogyne sericea), la uvilla de mar (Zygophylum fontanesii), la lechuga de mar (Astidamia latifolia) y las siemprevivas (Lymonium pectinatum, L. fructicans, L. macrophylum, etc.), endemismos canarios, y especies introducidas como el perejil de mar (Crithmum maritimum). Así mismo, una de las especies más abundantes en esta franja es el tomillo marino (Frankenia ercifolia).

Cardonal – Tabaibal

El cardonal-tabaibal, o matorral xerófilo, se desarrolla también en la franja costera pero lejos del influjo directo de la maresía, por lo que las especies que lo forman se han adaptado a condiciones de semiaridez. Éstas se presentan en forma de arbustos de poco porte, con métodos de adaptación parecidos a los de la vegetación halófila, como el porte arbustivo o subarbustivo, la forma achaparrada y, también, hojas suculentas, entre otras características. Las especies más representativas de esta comunidad son el cardón (Euphorbia canariensis) y las tabaibas (Euphorbia balsamifera, E. regis-jubae, etc.). Pueden aparecer en comunidades separadas o formando una sola comunidad, donde las tabaibas pueden aparecer hasta los 300 m, mientras que los cardones, dispuestos en bandas discontinuas, pueden llegar hasta los 500 m.


Cardonal-Tabaibal del Malpaís de Rasca, en el sur de Tenerife. (AAR)
Otras comunidades vegetales de la zona bajan pueden estar dominadas por otras tabaibas. Es el caso de la tabaiba majorera o tabaiba roja (Euphorbia atropurpurea), frecuente en las costas altas del sur y oeste de Tenerife, o la higuerilla de Berthelot exclusiva de La Gomera. En otros lugares la retama blanca (Retama raetam) puede ser muy abundante.

En las zonas costeras se desarrolla una comunidad con características diferentes a las anteriores en las zonas de barrancos, donde las especies más comunes suelen ser la palmera canaria (Phoenix canariensis), el balo (Plocama pendula), diferentes tipos de bejeques (Aeonium), verodes (Kelinia neriifolia) y sanjoras (Aeonium longithyrsii) en las paredes rocosas, etc.

Los acantilados costeros, comunes en todas las islas, constituyen otro ecosistema, con características similares a las comunidades vegetales anteriores, especialmente si no se desarrollan a demasiada altura que los aleje de la influencia del mar. En ellos se encuentran fundamentalmente especies como la doradilla marina (Asplenium marinum), siemprevivas (Lymonium pectinatum, L. fructicans, L. macrophylum, etc.), la lechuga de mar (Astydamia latifolia), margarita de costa (Argyranthemum frutescens), el salado (Schizogyne sericea) o el corazoncillo (Lotus sessifolius).


ZONA DE BOSQUE TERMÓFILO

En la vegetación potencial de las Islas, puede afirmarse que diversas plantas de porte arbóreo, tales como dragos, palmeras, sabinas, etc. eran muy frecuentes en el piso basal (se entremezclaban con los matorrales costeros). Constituían, por lo general, comunidades de transición a la vegetación del piso montano (montes de laurisilva en las vertientes húmedas norteñas o pinares en las exposiciones meridionales secas). Los bosques termófilos no se hallan directamente afectados por el mar de nubes. Reciben unas precipitaciones de entre 350 y 600 mm. al año, y exigen unas condiciones térmicas poco contrastadas, con unos niveles buenos de insolación.

Los palmerales son uno de  los mejores exponentes de bosques termófilos. Palmeral de Las Toscas, La Gomera. (PTLG)
Este piso ha sido denominado también sabinar-palmeral, por ser dos de las principales especies que lo componen, aunque aparecen siempre acompañadas por otras, tanto herbáceas como arbustivas. En Canarias, junto a las especies ya citadas y otras tales como el acebuche, el olivo salvaje, el peralillo o marmolán, se hallan numerosas especies arbustivas de gran interés. Entre ellas están el espinero, granadillo, jazmín, etc., que contribuyen a formar en su conjunto una de las comunidades de mayor riqueza en las Islas.

¿Qué especies constituyen el bosque termófilo?

El bosque termófilo está compuesto por varias especies arborescentes y arbustivas de origen mediterráneo o norteafricano como la sabina (Juniperus phoenicea) que originan formaciones casi monoespecíficas en algunas islas. A ella se le unen la palmera canaria (Phoenix canariensis), que se puede observar en los valles y fondos de barrancos y en algunas laderas escarpadas, constituyendo un elemento fundamental del paisaje. El drago (Dracaena draco), símbolo del paisaje vegetal de las Islas. El sauce (Salix canariensis), un endemismo macaronésico de pequeño tamaño (arbusto o árbol pequeño). También aparecen el almácigo (Pistacia atlantica), el lentisco (Pistacia lentiscos), el peralillo (Maytenus canariensis), el orobal (Withania aristata), la salvia (Salvia canariensis), la gamona (Asphodelus aestivus), las jaras (Cistus monspeliensis), el hediondo (Bosea yerbamora), etc.

Estado de conservación

La vegetación del bosque termófilo ha sufrido una espectacular disminución como consecuencia del intenso aprovechamiento que el hombre ha hecho de ella.  La franja altitudinal que ocupa el bosque termófilo ha sido tradicionalmente zona de establecimiento poblacional. Esta zona ha sido las más utilizada tradicionalmente para la agricultura, por lo que la vegetación potencial ha sido roturada. La palmera es la especie que más aparece, ya que tuvo un aprovechamiento por parte del agricultor. Ello ha dado lugar a que las comunidades termófilas se encuentren muy fragmentadas, con una clara disminución de su primitiva composición florística.

Las comunidades vegetales pertenecientes al bosque termófilo se encuentran muy localizadas. Destacan el famoso sabinar de la isla de El Hierro, los sabinares del noroeste de La Gomera, y algunos de área muy reducida existentes en la zona de Afur en Tenerife, y en la isla de La Palma. Asimismo destacan importantes palmerales como los de Fuerteventura, Lanzarote, La Gomera o los del sur de Gran Canaria.

Los grupos naturales más importantes de dragos se hallan en la isla de Tenerife (Roque de Tierra y Roque de las Ánimas, en Anaga; Barranco del Infierno y Barranco de Las Carboneras) y en La Palma (El Palmar, Franceses y Las Tricias, en Garafía; La Tosca, en Barlovento).Características de la flora y la vegetación.

INTRODUCCIÓN

La flora canaria ha sido para visitantes y científicos tema de especial interés y de numerosas publicaciones, por su diversidad y riqueza. Esto es debido a las propias peculiaridades geológicas y climáticas de las Islas Canarias. Para entender la originalidad de la flora y vegetación de Canarias hay que tener en cuenta su condición de islas, por lo que las especies necesitan métodos de llegada y de colonización. También son territorios relativamente jóvenes desde el punto de vista de la historia natural. A partir de las primeras especies que llegaron al Archipiélago, se han ido desarrollando otras nuevas, en función de las características climáticas y el relieve donde se asientan, y también dependiendo del grado de intervención del hombre sobre el territorio. Todos estos factores han propiciado que en las Islas exista un alto grado de biodiversidad, tanto de especies como de hábitats, en función de las condiciones ambientales que se den.

La diversidad y complejidad de la vegetación del Archipiélago se refleja en la laurisilva, un bosque de la Era Terciaria extinto en Europa. (AMAPCIT)
En primer lugar, las Islas son tierras donde han podido conservarse, desde tiempos remotos, debido a su aislamiento, géneros y especies vegetales que en otros puntos del planeta se encuentran fósiles, enterrados bajo capas geológicas ya antiguas. En segundo lugar, la sucesión de climas variados, a causa de bruscos contrastes en el relieve, generando numerosos microclimas, ha dado origen a diferentes estratos vegetales o a pequeños núcleos donde viven especies endémicas, o con carácter puramente local.

En el paisaje canario algunas especies se han convertido en símbolos publicitarios de las Islas, como es el caso del drago o las strelitzias. Sin embargo, éstas últimas no son propias del Archipiélago. Por eso hay que distinguir entre especies autóctonas, especies endémicas y las especies que han sido introducidas por el hombre a partir del siglo XIV, cuando los europeos llegan a las islas.

La vegetación autóctona la forman las especies que son propias de Canarias, pero no necesariamente exclusivas del Archipiélago, puesto que por lo general, es compartida por toda la región Macaronésica (Azores, Madeira, Islas Salvajes, Canarias y Cabo Verde).

La flora endémica la forman especies que son exclusivas del Archipiélago o de algunas islas concretas, y por lo tanto no se dan en ningún otro lugar.

También hay que tener en cuenta que buena parte de la vegetación de las Islas está constituida por especies introducidas, las cuales han influido notablemente en la repartición de las que ya existían, pues algunas se desarrollaron tan bien que desplazaron a las originales.

La strelitzia, una especie que no es propia del Archipiélago, se ha convertido en uno de los símbolos del paisaje canario. (MC)

ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS

Varios autores consideran la flora canaria de origen mediterráneo, habiendo llegado a las Islas en la Era Terciaria. Poco después de su arribada, dicha flora queda prácticamente aislada, evolucionando en formas, variedades y especies, de acuerdo con las influencias del medio ambiente y las propias características genéticas de las especies.

Debido a su antigüedad, que abarca varios millones de años, presenta diversas relaciones, no sólo con la flora de la cuenca mediterránea, sino también con África, Asia y América del Sur.

El carácter ancestral está reforzado por el predominio de formas arborescentes leñosas y la existencia de géneros endémicos, entre otras razones biológicas.

Número y distribución

En la actualidad, existen alrededor de 1.700-1.800 plantas superiores que crecen espontáneas en las Islas. Puede afirmarse que aproximadamente 500-600 han sido introducidas a partir de la Conquista. La flora estrictamente canaria apenas rebasaría las 1.000 especies, cifras que están continuamente sometidas a correcciones debido a los nuevos descubrimientos.

Tipos de vegetación

Según en la zona en la que nos encontremos, la vegetación presenta unas características diferentes. La vegetación de las Islas podemos clasificarla por bandas altitudinales.

Zona baja o de matorral costero: Formaciones de ‘suculentas’ (cardonales y tabaibales) y pequeños matorrales de las formaciones arenosas.

Zona de bosque termófilo: Dominado por sabinares y palmerales. Estas dos formaciones aparecen siempre acompañadas por otras especies como el sauce, el drago y el acebuche.

Zona de bosque de monteverde: Predominan los bosques de laurisilva, más o menos conservados. Los montes de fayal-brezal pueden ser el resultado de la tala de los bosques de laurisilva o bien, una vegetación natural de transición a otros pisos de vegetación.

Zonas de bosque de pinos: Los pinares ocupan una gran extensión, coronando las islas más montañosas. El pino canario gracias a sus cualidades para adaptarse a situaciones adversas, ha jugado un papel importante en la colonización de los terrenos arrasados por los volcanes, siempre que se hallen dentro de su área potencial.

Vegetación de alta montaña: La zona de matorral de cumbre o de alta montaña posee especies adaptadas a bruscos cambios de temperaturas, a una fuerte insolación, a intensos vientos y que en ciertos períodos del invierno llegan a soportar nevadas. Las especies más características son las retamas del Teide y el codeso.

Los cardonales y los pinares son exclusivos de Canarias, mientras que los bosques de laurisilva también existen en la vegetación de los archipiélagos portugueses de Azores y Madeira.

El relieve y el clima son los aspectos que marcan la peculiares características y distribución de la flora y la vegetación de las Islas. (MPV)
FACTORES HUMANOS QUE HAN INFLUIDO SOBRE LA VEGETACIÓN

Factores prehistóricos

Canarias, a diferencia de lo que ocurrió en otros archipiélagos (Azores y Madeira), tuvo una fuerte acción antropozoógena sobre el medio natural desde tiempos anteriores a la Conquista. Todas las Islas tenían una población prehistórica que desarrollaba prácticas pastoriles.

Los efectos de los aborígenes sobre la naturaleza de las Islas son difíciles de valorar, sin embargo, en algunas zonas como Las Cañadas del Teide o las cumbres de la isla de La Palma, los cambios tuvieron que ser importantes.

Históricos

Posiblemente esas alteraciones prehistóricas fueron insignificantes frente a la explotación que siguió tras la Conquista. La preparación de nuevas tierras de cultivo y de pastoreo, la extracción de madera para construcciones rurales y urbanas, para fabricación de muebles y embarcaciones, o para uso como combustible en viviendas, ingenios azucareros, llegaron a arrasar por completo extensas áreas de bosques, especialmente en Gran Canaria.

Esta actividad, seguida sin interrupción hasta nuestros días, adaptada a los cambios que se han ido produciendo en la economía, ha llegado a modificar profundamente la riqueza natural de las Islas.